martes, 26 de abril de 2016

Cómo caer de la moto con más seguridad

Existe una máxima entre los motoristas que no tiene discusión. Si montas en moto habitualmente alguna vez te caes, y si no te has caído aún, lo harás. Sí, o sí, el motorista da con sus huesos en el suelo por infinidad de motivos, que analizaremos en otros artículos, pues el que nos ocupa trata de establecer las claves para hacernos el menor daño posible en el momento en que esto sucede. Es decir, como caer de la moto con la mayor seguridad.
No obstante, podemos recopilar algunos ejemplo básicos del porqué acabamos descabalgados. Así, una caída puede ser por un error de conducción propia (despiste, velocidad excesiva, falta de habilidad sobre tu moto, inexperiencia, exceso de confianza, etc); por un error de conducción de un tercero (un vehículo que maniobra erróneamente al no verte, o no señaliza debidamente una maniobra, o se salta un semáforo cuando tu inicias la marcha en dirección perpendicular,  o incluso está estacionado en doble fila donde no debería. Un peatón que cruza la carretera por un sitio inadecuado, etc); o por el mal estado de la carretera.

Caídas por el mal estado de la carretera

En este sentido, y dado que ésta es inmóvil, nosotros los motoristas hemos de adecuar la conducción al estado de la misma. Así, si vemos que hay suciedad, el firme esta resquebrajado o deslizante, o esta mojado, deberíamos tomar las medidas de precaución necesarias para evitar un accidente. Sin embargo, hay algunas situaciones en las que es inevitable la caída, pese a ser prudentes. Por ejemplo, un socavón pronunciado que no está señalizado, una inoportuna mancha de aceite derramada sobre la vía en medio de una curva con visibilidad y aparentemente en perfecto estado, o esa suciedad acumulada durante el verano que tras las primeras lluvias hace de la carretera una «pista de hielo», más si se trata de un paso de cebra o las líneas de la carretera, y aun siendo muy cautos, terminamos cayendo.

Así las cosas, ¿cómo debemos reaccionar ante estas situaciones? El primer aspecto a tratar tiene que ver con nuestro equipamiento. Debemos siempre circular con el equipo adecuado. Porque así, al tocar el suelo, el riesgo de lesiones se minimiza considerablemente. Un buen casco, mucho mejor integral que abierto, guantes de calidad, cazadora con protecciones y espaldera incorporada, o mono de cuero, botas de moto mucho más resistentes que unos zapatos o zapatillas de deporte, y pantalones específicos para moto, como los de cordura  vaqueros con protecciones de kevlar que evitan dolorosas abrasiones, son fundamentales para minimizar lesiones importantes al caer. Circulando bien equipados, y ya metidos en situación, las caídas podemos dividirlas básicamente en dos clases.  Aquellas en las que tenemos margen de maniobra para minimizar los daños porque las vemos venir (que son las menos), y aquellas en las que esta llega por sorpresa y no tenemos  mucho que hacer por el escaso o nulo tiempo de reacción.

Hay dos tipos de caídas en moto

Entre las primeras, las caídas en moto en las que tenemos margen de reacción, si estamos circulando en carretera o en ciudad, es importante en la medida de lo posible mantener la calma y observar rápidamente el entorno. Hay que evitar a toda costa impactar contra otros vehículos o un objeto fijo, como un poste o un guarda rail, y por ende, si vemos que nos vamos derechos contra algo, la mejor reacción es la de forzar la caída de la moto para detenernos antes de llegar a impactar contra otra cosa que no sea el suelo. ¿Cómo lo hacemos? Frenando con contundencia con el freno delantero y girando la dirección hacia  el lado sobre el que queremos deslizar. Una vez en el suelo, no podremos hacer nada más que dejarnos ir hasta que nos detengamos. Es importante contraerse lo menos posible, cosa harto difícil, pues de este modo el cuerpo absorberá mejor el impacto. La constitución física también importa en estos casos. Una persona musculada o en forma está mejor protegida que otra que no lo está. Este tipo de caída es muy habitual rodando en circuito. Ante un alcance a otro piloto, una caída del mismo delante de nosotros, una trazada errática, o un exceso de fogosidad en un momento dado, terminamos arrastrando por el suelo sin consecuencias que vayan más allá de las psicológicas por el error cometido.


También se puede dar el caso de, que maniobrando a baja velocidad, perdamos el equilibrio o el control sobre nuestra montura. En este caso, nada mejor que soltar la moto y dejarla caer, mal que nos pese, antes de meter la pierna entre ella y el suelo para intentar sujetarla, lo que muy probablemente no conseguiremos y encima podría terminar en una fractura de la pierna por atrapamiento.  De este modo no evitaremos que nos duela en el bolsillo, pero si en nuestro cuerpo, que al fin y al cabo es de lo que se trata.
Cuando la caída llega de repente, las caídas en moto en las que no tenemos margen de reacción, la «suerte» tiene un papel preponderante.  Circulando en carretera una súbita caída hacia fuera nos meterá en el carril contrario, y si no viene circulación en contra, seremos afortunados. En el otro supuesto nos iremos directos contra el guardar rail, en cuyo caso habrá que tener suerte para pasar por debajo o alcanzarlo lo suficientemente despacio como para no hacernos mucho daño. En esto la prudencia al circular, evitando ir a velocidad excesiva, marcará el daño de la lesión que podamos llegar a sufrir. Y también, como en supuestos anteriores, será más importante que nunca si cabe ir lo mejor equipados posible.


Caso de colisionar contra otro vehículo, normalmente un coche, suelen darse dos casos. En el primero salimos despedidos por encima del mismo. Caeremos en el suelo, probablemente con alguna fractura en las extremidades, bien derivada del propio impacto, o bien del golpe contra el suelo. En principio es bastante mejor que el segundo caso, que no es otro que dar con nuestros huesos contra el vehículo en cuestión o quedando atrapado bajo el mismo. Aquí las consecuencias son más imprevisibles, y mejor es no pensarlo.
Sea como fuere, son infinitas las formas de caerse, y la precaución e ir bien equipado es la mejor arma para evitar lesiones de gravedad en caso de caída. De este modo al producirse, las consecuencias en nuestro cuerpo serán menores que si circulamos como si no hubiera nada ni nadie a nuestro alrededor.

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Como tumbar la moto

Como todos sabemos las motos se inclinan para girar, de igual forma que las bicicletas. Lo que mantiene a la moto en equilibrio sobre sus dos únicos puntos de contacto con el suelo es el efecto giroscópico de las ruedas al girar: su inercia genera una fuerza que mantiene a la moto en la trayectoria elegida, de hecho necesitamos hacer cierta fuerza si queremos desviarla. ¿Qué fuerza y cuánta hace falta?

Aunque a muchas personas les cuesta entenderlo, incluso creerlo, la fuerza que hacemos para desviar la moto de la trayectoria recta y empezar un giro es, exactamente, contraria a ese giro. Es lo que se llama “contramanillar”, y consiste en –por ejemplo- una ligera presión sobre el manillar para llevar la rueda a la izquierda, si queremos girar a la derecha. El efecto es el siguiente: al hacer una ligera presión sobre el manillar hacia la izquierda, la reacción de la fuerza giroscópica de la rueda delantera girando tiende a inclinar su eje, y la moto entera, hacia la derecha: en cuanto ese movimiento se ha iniciado podemos relajar la presión porque la moto estará pisando delante sobre el flanco del neumático trazando ya ese giro a derechas.

Puedes comprobarlo en marcha: andando en línea recta y a velocidad media, prueba a aflojar ligeramente la presión en ambas manos (¡no conviene soltar nunca del todo el manillar en moto por seguridad!) y empuja suavemente con la palma mano derecha, esa parte del manillar hacia adelante (girándolo pues hacia la izquierda). Verás como enseguida la moto inclina a la derecha y empieza a girar a ese lado: eureka, ya has descubierto que empujando “en contramanillar” a la izquierda giramos a la derecha... Y prueba lo contrario, verás que ocurre lo mismo lógicamente (empujando suave hacia la derecha giramos a la izquierda). En la foto puedes ver como el piloto gira la rueda delantera (en el aire por la aceleración) un poco a la derecha para inclinar la moto a la izquierda, ayudándose en su caso con el cuerpo.
Pues ésa es la fuerza sobre el manillar que podemos, debemos, usar para inclinar la moto, y para levantarla, o para mantenerla en la trayectoria: el manillar es el que guía y el piloto quien “manda”. Un buen sitio para comprobar cómo podemos alterar el grado de inclinación y con ello abrir o cerrar trayectorias, y practicarlo, es una rotonda amplia y con poco o ningún tráfico para no generar situaciones de riesgo. Dando vueltas, verás cómo aplicando fuerza en el manillar puedes pasar del carril interior al exterior, o al revés, y cómo tú eres quien manda a la moto que vaya por donde quieres. 

Lo contrario, iniciar el giro y dejar que ella “decida” por dónde va, es un error (muy común) que nos impediría modificar la trazada si lo necesitáramos. Con el neumático delantero ligeramente (una o dos décimas bastan) deshinchado verás que hace falta mucha más fuerza para mantener la moto con el ángulo de giro deseado… por eso es tan importante llevar las presiones correctas.

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